La modesta planta de la chilca, que crece espontáneamente en La Paz, ha sido utilizada ancestralmente para curar inflamaciones. Esa hierba es la materia prima para que un equipo multidisciplinario de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) desarrolle un medicamento -el "Chilcaflan”- y gane el Premio Plurinacional de Ciencias 2014.
Científicos de las carreras de Biología, Química y Farmacia, después de cinco años de estudios y pruebas, lograron extraer los componentes químicos activos de la chilca e industrializarlos en una pomada. Esa investigación fue la que obtuvo el primer lugar en la categoría Ciencias Agrícolas del Premio Plurinacional de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Educación.
El proyecto
Desarrollo de productos fitoterapéuticos mediante la generación de cadenas productivas y alianzas estratégicas sobre la base de investigación, desarrollo e innovación se inició en 2008. Para su coordinadora, la química Giovanna Almanza, comenzó, sin embargo, décadas atrás, cuando curaba sus lesiones de voleibolista con cataplasmas de chilca.
"Tradicionalmente, la chilca es usada para curar inflamaciones y ese saber popular que nace de las comunidades fue el detonante para iniciar la investigación”, explica ahora Almanza, detrás de una mesa llena de artefactos curiosos del Instituto de Investigaciones Químicas de la UMSA.
En miras a cumplir el objetivo de "obtener a partir de plantas medicinales productos con actividad terapéutica que puedan producirse en farmacias con todos los requerimientos de seguridad, eficacia y calidad”, había que partir por identificar la planta. Y los llamados a hacerlo fueron los botánicos de la UMSA.
"La chilca, cuyo nombre científico es Baccharis latifolia, es propia de la flora ruderal de los valles secos de La Paz”, explica la directora de la carrera de Biología de la UMSA, Esther Valenzuela. Lo de ruderal -aclarará a continuación- significa que crece espontáneamente y se encuentra en zonas como Cota Cota, Villa Fátima y Pampahasi.
Los botánicos identificaron las características morfológicas de la especie y una vez registradas, entraron en acción los químicos. "Aislamos y estudiamos los componentes activos de la planta. Sobre la base de bibliografía y pruebas, concluimos que los flabos -que tienen propiedades desinflamatorias- son abundantes en la chilca”, cuenta Almanza.
Con esta base, los científicos de bioquímica y farmacia produjeron la pomada y comenzaron los estudios de toxicidad, que se complementaron con los análisis de genotoxicidad, realizados por los biólogos moleculares.
"Uno de los principios básicos de un medicamentos es que no sea tóxico. Para verificar esta cualidad y los posibles efectos colaterales se realizaron pruebas en ratones y conejos”.
Este proceso que se cuenta rápido demandó años de pruebas y trabajo conjunto. Pero los logros consecutivos del proyecto le permitieron obtener el apoyo de instituciones como la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) de España, Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (ASDI), la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Empresa Laboratorios Farmacéuticos (LAFAR).
Sobre la base de los estudios científico, LAFAR fabricó la pomada "Chilcaflan”, que está lista para salir al mercado y con buen aval: fue sometida a pruebas con humanos y cuenta con registro de la Unidad de Medicamentos. Es eficaz desinflamente y calma el dolor. "Otro plus del producto es que, según las pruebas , sirve también para aliviar la artritis”, dice la coordinadora.
Ése fue el gran logro del proyecto pero no el único. "Se formaron recursos humanos en la universidad, pues tanto docentes como estudiantes participaron en la investigación. Además del proyecto, surgieron varias tesis de pregrado y posgrado en las carreras de Biología, Química y Farmacia, explica Valenzuela.
Actualmente, la universidad mantiene conversaciones con comunidades paceñas donde crece la planta para que los campesinos la produzcan para fines farmacéuticos. Y como corolario de la aventura llega el premio.// Página Siete (BO)
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